lunes, 5 de octubre de 2009

Romántica vida

La luna llena brilla en su máxima expresión. Mi mente se detiene un instante, mientras cierro los ojos, para volver a nuestro primer día, también bajo aquella luna eterna, amarilla y escondida entre los árboles grises de noche de mayo. Abro los ojos, cuando ya están cercanos los 5 meses de aquel entonces.

No sé si lo he hecho bien. Reconozco en mi interior, que en gran parte he fallado en mi promesa y compromiso de hacerte feliz. He pecado de inconsciente al cargarte con mis problemas y amarguras. Son heridas, estigmas del pasado que no me puedo arrancar de la piel, son secuelas de tanta mierda pasada ; la ira, el temor, el odio, la desesperación, la impaciencia, son sólo algunos de los males que padezco.

Aún así, he cambiado mucho desde entonces. Siempre busqué con especial esfuerzo, la mujer ideal, aquella que Becquer alababa en sus escritos. Tuvieron que pasar 5 años, para dar con mi musa perfecta. No sé si existen palabras suficientes para describir tu hermosura, ni si mi corazón es lo suficientemente grande y fuerte para amarte como lo mereces. No sé si mis besos son lo suficiente apasionados para contagiarme con el fuego de tus labios, o si mi mirada te es sincera, cada vez que digo : te amo. Y te amo como a nadie, te amo como nunca jamás amaré a alguien. Te amo de muchas maneras, te amo aún en mi desesperación, aun en mi amargura y especialmente en nuestras alegrías. No sé si soy perfecto, no sé si he sido el mejor, pero si sé, que te amo y que nuestro romance es único, y como el este, jamás habrá otro igual. No tendrán los demás ni nuestr luna, ni nuestra nube, ni nuestra lluvia, ni nuestras palabras, no tendrán nuestros sueños, nuestros besos, nuestro romance es único, y como él ningún otro nunca.

Las grandes historias, se escriben bajo luna llena.


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