miércoles, 3 de noviembre de 2010

Amor invisible


La vida se ha vuelto un suspiro;
observo mudo tus heridas invisibles
tu sonrisa permanente, tus ojos grises
el amor jamás se quemó como ahora
el amor jamás dolió como ahora

Tus labios son un dulce tormento
entre aves de fuego y sangre
ascienden ciegos nuestros sueños
bajo el valle aquel eterno, bajo el cielo muerto
recostado herido, mientras pasa el tiempo

Arráncame el corazón y arrójalo lejos
alivia así tu culpa y libérame mi amor;
son latidos moribundos, luchando contra el viento
entre flores marchitas por el miedo
camino totalmente vencido, sin sentido
trémula voz, mordaz sensación
el amor jamás dañó como ahora

sábado, 23 de octubre de 2010

9

Me levanto y enciendo las ventanas opacas. Se liberan de la bruma matutina, sucia y contaminada, mientras observo con desdén las montañas silenciosas. Cierro los ojos, trato de contagiarme con la vitalidad moribunda de la brisa marina. Aún hay rastros de tu aroma dulce en mi piel y en mi ropa, y tu sonrisa aún brilla encendida en mi mirada ciega.

A medida que el sol deja caer su luz cálida sobre los cerros multicolores, reflexionó.Algo falta en mí. Un vacío agresivo, doloroso e incómodo me ataca y me destruye. Acudo al espejo más cercano, empañado con mi gélido aliento, para observar con sorpresa mi expresión tranquila, tan contraria a la lucha de animales salvajes de mi interior. Recuerdo viejas historias en páginas amarillentas y frágiles, con pequeñísimas letras de tinta oscura, mientras trato de sustentar el vacío insoportable que siento dentro de mí.

Comprendo, por fin, que me haces falta. Mi corazón late sordo, mientras bombea la sangre amarga por mis venas. Se esfuerza la pasión hecha fuego de mi boca, por no perder el sabor caliente de tus besos pasados. Tu silueta delgada parece formar una estela muy cerca de mí, pero el viento miserable la disipa cuando pretendo abarcarla con mis brazos cansados.

Puedo imaginar mi vida sin escribir, sin oír, sin ver, sin sentir, sin comer, sin dormir, sin correr, sin nadar, sin escuchar el crujido de las olas azotándose contra el mar, de las aves dementes graznando mientras danzan en círculo sin sentido, de ahogarme en algunos vasos de alcohol cada viernes y sábado por la noche, de perder la visión con luces fulminantes. No puedo imaginarme a mí mismo viviendo, respirando, soñando ; sin tí.


Mi destino es aquel que he escrito en libros olvidados al andar

miércoles, 20 de octubre de 2010

Amor

I
De dónde vienen tus lágrimas celestes
y qué son las luces encendidas que iluminan tu mirada
¿Podrá tu voz guíar mi cuerpo muerto hasta el final?
¿Qué es el amor nuestro dentro de esta triste realidad?

II

Ya no florecen peces en el mar
y en la boca de las amadas, el amor no es amar
El aroma único de tu piel;
tu boca roja y el sabor ardiente de tu ser
¿Se ha escapado el romance de nuestro mundo ideal?

III

Afrodita, bella y eterna, derrumbó su temblo
ya no llueven gotas cargadas de recuerdos;
y el viento se esconde en el silencio
Me he cortado las manos inútiles
arranqué el corazón de mi pecho necio

IV

¿Está en las flores, en los pájaros, en el aire;
en las letras, en las canciones, en los mares;
en la bohemia, en la poesía, en la canción;
en el corazón, en la comida, el amor?
¿Está en el dolor, el café, la soledad, el dolor;
el cigarro, el alcohol, la angustia y la decepción?
¡Maldita sea esta vida banal!
¡¿El amor es algo con lo qué jugar?


martes, 7 de septiembre de 2010

Bajo lo absurdo

Los soñadores son el sueño de los realistas. Lo he visto un montón de veces. Lo respiro y me ahoga, me pesa en la espalda, me siento Atlas cargando con todo. Es demasiado para mi. Ellos necesitan que los impulsen, han perdido la capacidad propia de hacerlo. Son masas grises unidas a otras masas grises, extendiendo vigorosos tentáculos aún más grises para atrapar materia prima que sustente sus ansias no cumplidas, en este caso, el consumir sueños, el nutrirse de ellos.


Algo horrible pasa conmigo, lo presiento. Mis ojos ya no brillan y parece que mi boca olvidó como sonreír. Hace un par de días vomité lo que me restaba de humanidad y pasé sin sentir dolor por un callejón lleno de personas aún más miserables que yo. Los observé con desprecio. Un tentáculo desde lo más oscuro de los suelos, pareció querer llevarme consigo, pero escapé, no sé aún por qué, pero me alejé.



Bajo la lluvia, me libero y me transformo en materia gris. Me dirijo sin resistencia hacia el núcleo, esta vez no escaparé. Me siento en el pavimento y cierro los ojos. Me consumen y vivo.

¿libertad?

He abrazado la libertad;
en la miseria de su vida
se marcha, penosamente
destruida la señorita libertad
ha muerto atravesada por la realidad

viernes, 3 de septiembre de 2010